23.8.10

Y a veces puede ser tan fácil como respirar

Una mirada cualquiera. Una sonrisa de lobo. Un destello de pelo rubio visto por el rabillo del ojo. Un: ¿Por qué no? Anda, Valiente, arriésgate. Una apuesta. Una jugada ganadora en una partida de póker…
Mil cosas, mil minutos, o sólo un segundo.
Dentro de dos años, o dos meses. O cinco minutos.
Pierdes el control y te sales de la carretera.
Y de repente ¡pum! No preguntes porqué, maldice todo lo que quieras.
Estás perdida.
(Así que no te atrevas a ser cobarde).

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