3.10.10

Maldito pirata de pacotilla

¡Eh! Espera un momento, solo un puñetero momento, no me hagas pedírtelo por favor (que sabes que no me sale natural). Y no pongas esa cara que se te deformará, y la tienes demasiado bonita para eso.

A ver, ¿por dónde empiezo?... Sé que no hablo mucho, es uno de mis grandes defectos o una de mis grandes virtudes, aun no lo sé muy bien. Pero esto, esto necesito decirlo o reventaré, así que hazme caso. Mírame, escúchame, pero no me toques porque me derrumbaré, y ese no es un espectáculo agradable, te lo aseguro, tengo la mala manía de romper cosas y gritar hasta quedarme sin voz, o dejarte a ti sordo.

Pero…

Antes no las encontraba, ¿sabes? Me refiero a las palabras, las malditas palabrejas que se habían perdido por el camino mientras yo iba dando tumbos de un lado para otro. Así que prefería cerrar el pico para no confirmar lo tonta que puedo llegar a ser, porque eso es de no ser interesante. Lo sé, exagero, no hace falta que me lo digas, pero esto tiene su irritante punto de verdad, y te lo digo yo porque… bueno, porque soy yo y no necesito a nadie por detrás que lo confirme, ¿vale? Y la verdad se huele, se siente, se ve. Le da un toque especial a la voz y un brillo diferente a la mirada, huele a limpio y a desinfectante, y hace que puedas respirar hondo. Yo siempre he sabido reconocerla porque soy una mentirosa empedernidacompulsiva, y bueno, qué diantres, me gusta serlo, para que mentir ¿qué es la vida sin la sal de la mentira y el pecado? Una sosería, chaval, simple y llanamente.

Me he dado cuenta de que nosotros, los humanos en general, damos lo mejor de nosotros mismos en los peores momentos, en las peores circunstancias (me lo dijo alguien que se merecía un mundo y acabó volviéndose loco). Es lo bueno y lo malo que tenemos, una de nuestras tantas contradicciones de raza que parecen venir de serie.

Y todo este rollo venía a que… La cagué, de la peor manera posible, la más desastrosa, caí en la tópica ley de Murphy a cuatro patas. Así que como fue un error monumental, del que solo yo tengo la culpa, tengo todo el derecho del mundo a pedir perdón, y créeme si te digo que es la primera vez que lo hago. Así que esta será la primera y la última vez que yo, la gran Hunter Flynn, conocida y temida en los Siete Mares, te pida disculpas a ti, maldito pirata de pacotilla.

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