Hey, Lilly

¿Sabes cuál era tu problema, Lilly?
Soñabas con huracanes, cuando lo único que había eran guerras.

Lo decías siempre, a todo aquel que no quisiera escucharte.

¿Qué es una vida por la que no pasa un huracán que nos hace el favor de destrozarlo todo?

No es nada. Así que te encargaste de ser el huracán de todos nosotros, o al menos el mío. Y lo hiciste sin que te lo pidiéramos, sin que después te diéramos las gracias.

Quisiste ser huracán y así acabaste, destrozada, arrasada. De ti no quedaron ni las lágrimas.

Ya sé porque te llamaban Lilly, la Reina de Corazones. No porque tuvieras un as en la manga, precisamente, siempre te faltó ese algo que te permitiera salir airosa de todas las situaciones. No, claro que no, tú las sufrías todas, por todos. Tú eras la que siempre se quedaba para recoger los restos, la que no olvidaba.

¿Y sabes cuál fue el final de la historia?

Te llamaban Reina de Corazones porque los tenías todos, menos el tuyo.

Terminaste siendo lo persona más humana que conozco, y lo siento mucho por eso. Porque terminaste llorándome por días que no llegarían, porque perdiste lo único que no eras capaz de perder, y seguiste en pie.