Llegaba cuando quería, se iba cuando todos querían que se quedara. Cuando sabía que todos la iban a echar de menos porque se habían acostumbrado a ella, a su melena rubia de trigo, a sus ojos grises de tormentas y huracanes, a sus andares de vaquera frustrada.
Siempre le faltó el caballo, pero nunca perdió el sombrero, se le calaba hasta los ojos. Y se escondía detrás de mil sonrisas diferentes, con mil matices distintos.
La llamaban Sheriff, o Country, por la mañana, y tocaba el violonchelo de noche. Para las estrellas, decía.
Porque no había estrellas sin música.
O no debería haberlas.
¡Feliz Navidad!
¡Feliz navidad para ti también, Friday!
ResponderEliminar"La llamaban Sheriff, o Country".
Me encanta. Yo la llamaría Country también de noche. Hoho.
PD. Me hace mucha gracia la imagen que tienes aquí, a la derecha. Hahaha.
Me ha encnatado tu escrito en serio, es super bonito :) te sigo http://pequeniocorazon.blogspot.com/
ResponderEliminarMe ha encantado sobre todo el final. Es de ésas cosas que lees un par de veces hasta quedarte con ellas. "Porque no había estrellas sin música. O no debería haberlas".
ResponderEliminarLlevo un tiempo leyendo tu blog y me encanta.
ResponderEliminarSeguiré pasando por aquí :)
Lo último me rebotó en las entrañas; Country, no es un nombre para todos. Me encantó. Así jamás hace falta el caballo, la verdad.
ResponderEliminarSaludos, escribes genial; me encanta cuando actualizas :)