3.4.11

Girls just wanna have fun, oooohhh


-¿Quién coño eres Rembrandt?

La pregunta salió pastosa de su boca, atropellada, y se maldijo por ello. Porque para una vez que se atrevía a hacer La Pregunta, al menos quería estar lúcida, y no borracha como una cuba, como era el caso.

-Vamos, Brem, borrachuza. Te llevaré a casa.

Y frunció el ceño, claro, porque Bremen tenía dos estados faciales posibles, como había descubierto Rembrandt, o la sonrisa psicópata, o el ceño fruncido sobre sus bonitos ojos de un castaño parecido al whisky, casi ambarino.

-Te he hecho una pregunta y espero una respuesta, maldita sea.

Rembrandt se recolocó el brazo de la chica sobre los hombros y soportó prácticamente todo su peso, mientras iban dando tumbos por la acera.

-Yo no acepto órdenes, ni de ti ni de nadie. Y en estos momentos, menos de ti que de nadie.

Pero Bremen borracha era todo un espectáculo, tenía que admitirlo, era... Interesante. Todo había empezado con el primer vaso de ginebra, después aquella ridícula apuesta sobre quién podía aguantar más bebiendo. Y decidió que era el momento de largarse a casa cuando la chica se había subido a la tarima del bar y había monopolizado el karaoke, destrozando “Girls Just Wanna Have Fun” a su paso por los escenarios.

Y ahora la llevaba a casa para que pudiera dormir la mona. Sí, pensó Rembrandt, me he convertido en un maldito calzonazos.

-Joder, Rrrrrembrrrrandt, sólo quiero saber quién demonios eres, porque no lo entiendo. No te entiendo… Y eso me pone de los nervios.

Se detuvo en su portal y la apoyó contra la pared, intentando estabilizarla.

-Dame las llaves, Bremen, y procura mantenerte vertical. Mañana vas a tener un dolor de cabeza de aúpa.

-Tendrás que buscarlas tú mismo, listillo.- y abrió los brazos.

Rembrandt sabía reconocer un desafío cuando se lo tiraban a la cara, y más si se lo tiraban de manera tan poco sutil. Sus ojos brillaron peligrosamente.

-¿Estás segura?

Y allí estaba aquella sonrisa temeraria, de bomba atómica, de combustión espontánea, que le volvía loco y lo desequilibraba. Aquella sonrisa desquiciante. Y se movió, la manoseó, la acarició, hasta que dejó de buscar y encontró, a Bremen, y sus llaves, en el bolsillo derecho del pantalón, pero sobre todo a Bremen.

Pero no se apartó, o mejor dicho, no pudo apartarse. La chica levantó los brazos y se los anudó al cuello, y se derritió contra él, porque no había otra palabra para definir como se le derritieron los huesos, o como de repente ya no la sostenían sus piernas. Y como no había nada de malo en ello, o así lo creía con la mente nublada por el alcohol, hizo chocar sus labios contra los de él. Hasta asfixiarlo, hasta escocerle. Quería hacer que se atragantara. Y lo consiguió, vaya si lo consiguió.

-Sube conmigo.

Rembrandt se separó suavemente de ella y la hizo subir a su apartamento, la acostó en su cama y la arropó hasta la barbilla, dándole un beso en la frente mientras cerraba la luz de la mesita.

-No me aprovecho de señoritas en tu estado, no es mi estilo, pero cuando me ofrezcas lo mismo estando sobria, no te dejaré salir de la cama en dos días, Bremen.

Bremen se levantó como una flecha y le lanzó un cojín.

-¡Imbécil!

Todo había que decirlo, Rembrandt era un idiota, pero también era un caballero.

10 comentarios:

  1. "no te dejaré salir de la cama en dos días, Bremen."

    HOSTIAAAAAAAAA *véase cierto tono vacilón que se divide entre la admiración Y LAS GANAS DE SEGUIR LEYENDO*.
    Es lo únicoúnicoúnico que ha acudido a mi cabeza tras dejar de leer. LO PROMETO. (Y sobretodo TRAS LEER ESO.)
    Ya está. Señorita, me ha conquistado usted.
    Dios. Bremen y Rem me matan. Me matan cosa de mucho y cosa de demasiado.
    (Y eso no es bueno).

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  2. Me encantan los nombres de la pareja ^.^ Tienes mucho encanto. Y yo también quiero saber quién es Rembrant (es lo de idiota y caballero, que a una le da curiosidad). Le deseo una no resaca a Bremen para el día siguiente ^^

    Hasta otra (:

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  3. Juasjuasjuas e.e

    No, en serio, Rembrant es imbécil. Un caballero muy imbécil, para qué engañarse. Aunque el encanto de la pareja se lo lleva Bremen, cantando borracha encima de tarimas de bares. Sí, sí, un imbécil y una tía con encanto, no hay nada más que decir para que sepas que me encantan muy mucho los dos.

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  4. Hacen buena pareja. El caballero imbécil y la borracha con sonrisa de bomba atómica. Son a cual peor, eso está claro. Y por eso me ha gustado tanto este fragmento y por eso me encantan los dos. Porque son explosivos. Solo que Bremen lo es un poco más.

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  5. Me gustan estos dos. Pero sobretodo me ha gustado la última frase de Rembrandt... ¡Qué elemento!

    ¡Un besote! :)

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  6. Vaya,me gustan estos dos.Y sus nombres.Me he enamorado de sus nombres =)

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  7. Bremen y yo, estando "felices" hablamos igual. Yo lo hago por hacer el tonto, pero es que mola xD
    Joder, Rrrrrembrrrrandt.
    Exacto. Joder, Rembrandt. Rembrandt, joder. Justo cuando me da por pensar que los caballeros están pasados de moda y extintos, va él y me quita la idea de la cabeza.
    Joder. Rembrandt.

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  8. Me encantan los estados faciales de Bremen. ¡Eh, calzonazos, seguro que Bremen te ha tomado la palabra de no dejarla salir en dos días!

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