Bremen rebuscó en el bolsillo derecho de sus vaqueros, y con expresión triunfante y alegre (demasiado raro en ella tanta alegría y despreocupación juntos), le extendió algo con el puño cerrado y una enorme sonrisa en la cara, enseñando todos los dientes.
-Toma, para ti.
Rembrandt observó la mano con un único anillo y las uñas pintados de verde radiactivo con cierta (gran, más bien) desconfianza, como si dentro de aquella mano estuvieran todos las plagas del mundo y se fueran a desatar en cualquier momento.
Hmmmm.
-¿Qué es?
La alegría de Bremen, a prueba de bombas y de niñatos de tres al cuarto irritantes y desconfiados, ni se inmutó, y sonrió más ampliamente que antes si cabe, indulgente y magnánima.
Raro, muy raro. No. Demasiado raro.
-No lo sé. Lo primero que he encontrado en el bolsillo. Es un preregalo, y cuando te dignes a cogerlo y abrirlo será un regalo, idiota.
Idiota. Sí, claro.
Al final, después de unos cuantos minutos, alargó la mano y lo cogió, aún dudando y esperando ver una araña muerta deslizándose a cámara lenta de su mano a la suya, conteniendo el aliento.
…
-Es una bolsita de azúcar.- dijo con los ojos abiertos de par en par.
Bremen pareció tan sorprendida como él.
-¿Sí? Pues has tenido suerte, en el otro bolsillo tengo un pañuelo usado.
(La bolsita de azúcar,
que más tarde descubrieron que
tenía una cita detrás, decía:
“La vida no se vive por las veces
que respiras, sino por los
momentos que dejan sin aliento.”
Continúa guardada en la mesita de noche
de la habitación de Rembrandt.)
Esa frase (de la bolsita de azúcar) siempre me ha gustado :) Pero no tanto como me gusta Rembrandt con su Hmmmm. Yo también habría sospechado... un poquito, por lo menos.
ResponderEliminarPues a mí me gustan sus uñas de verde radiactivo. Y me hubiera creído que esa mano con esas uñas guarda todas las plagas del mundo habidas y por haber.
ResponderEliminar(Pero ya se sabe. La curiosidad siempre fue más fuerte. Y descubrió cosas como una bolsita de azúcar con una cita bastante peculiar y bonita.)
(Y cierta.)