“Todos estamos en las alcantarillas, pero algunos miramos a las estrellas.”
Oscar Wilde
-Oye, Sacha, hoy puedes ser mi pesadilla si quieres, pero mañana tendrás que buscarte otro trabajo.
La voz le salió rasposa, a duras penas, como si hubiera tenido que ganar mil guerras para salir vencedora de su garganta. Aún le quemaban los dedos del cigarrillo, todavía le olía el pelo a humo. Y mantenía cortante la sonrisa, se la afilaba todas las noches con sarcasmo e ironía.
-Verás, Charles, he sido tantas veces tu pesadilla que me da la impresión de que me he convertido en tu monstruo, y aún no he decidido si me gusta ocupar ese puesto en tu escala social y de valores.
Se rió, no pudo evitarlo, seguramente tampoco quiso hacerlo, porque todos en las Alcantarillas sabían que si algo le faltaba a Charleston, además de la conciencia, eran los valores y las buenas intenciones. Se los había dejado en el camino porque pesaban demasiado, y porque no pegaban con su ropa interior.
-¿Por qué no? Te pega, al fin y al cabo, solo me dejaría destruir por ti.
Mentirosa, pensó Sacha, a Charleston no le hacía falta que la destruyera nadie, sabía hacerlo perfectamente ella solita.
¿Esto es nuevo? Me gusta. Desde el nombre de Sacha hasta todolodemás.
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