26.8.13

Pues no, la verdad

Salem subió lentamente las escaleras que conducían hasta el ático de aquella casa que por el momento no tenía el menor reparo en considerar suya, ya vería lo que consideraba en los próximos cinco minutos. Las subía lentamente porque quería aplazar en la medida de lo posible lo que le esperaba allí arriba, ya fueran preguntas, reproches o, y esto era lo que más temía, penas.

Dejó dragones, unicornios, krakens, hipogrifos y demás animales mitológicos más allá del primer escalón, como decisión propia y como asignatura del Colegio Hogwarts de Magia y Hhechicería, ya pelearía con ellos más adelante. Después. Quizá nunca. Ojalá.

Abrió la puerta y, como buena puerta de ático que era, se desplazó con un chirrido que sonó a exorcismos, a zombis, a demonios, a chupacabras y a asesinos en serie, tampoco había esperado otra cosa. Entró con un paso seguro que no sentía y, situándose en el medio de la habitación, tomó aire y sonrió.

-Hola, chicos.

Los fantasmas se arrebujaron a su alrededor sin decir lo obvio, que la habían echado mortalmente de menos, con un mortal muy literal. Los había a docenas, a multitudes, a muchedumbres.

-¿Vienes de matar dragones y ahora quieres matar fantasmas?

Pues no parecía tan mala idea, la verdad.


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