Bremen farfulló en algún idioma pagano capaz de ofender la
sensibilidad de cualquier dios nuevo, viejo, azul o tomado prestado. Decir que
estaba borracha era desaprovechar una ocasión estupenda de decir que estaba
borracha como una cuba.
-Supongo que ese líquido transparente que hay en tu vaso es
agua, como siempre.
-Supones mal, como siempre.
Rembrandt pudo comprobar de manera teórica y práctica, con
preguntas tipo test y de desarrollar, que ese día Bremen no estaba de buenas,
más bien estaba de malísimas y de peores.
-¿Quién ha tenido la desfachatez de tratarte bien hoy,
querida?
Bremen hizo memoria mientras hacía esfuerzos infructuosos
por no alargar la R de Rembrandt hasta el otro hemisferio, con el bañador
puesto y preparado para darse un chapuzón en las Islas Malvinas. Y se dio cuenta
de que todos sus encuentros, en especial el último, cuando la dejó en la cama con
ella insultándole y exigiéndole que volviera y terminara lo que había empezado,
tenían una característica bastante definitoria: la falta de sobriedad de ella.
Maldición.
-Rrrrrrrembrandt, ¿qué coño quieres de mí?
El chico sonrió como lo haría un criminal a punto de dar su
gran golpe, como Johnny Depp con un nuevo guion de Tim Burton en las manos,
como Aragorn con Andúril recién forjada en sus manos: cimbreante, victoriosa y
desnuda.
-Ya sabes la respuesta, Bremen, te encanta escucharla, me la
pides todos los días y sabes que me encanta decirla y me encanta que te duela.
Todo, el muy canalla
lo quiere todo. Saquear y quedarse con todo el botín.
Rembrandt se acercó a su oreja y le susurró:
-Vamos, pequeña, dime, ¿quién te duele?
Eso, quién.
Me enamoré de esta historia (adoro la ciudad de Bremen y me hace especial ilusión que un personaje se llame así) hace tiempo y ver que vuelves con más (e increíblemente mejor) me hace muy, muy feliz.
ResponderEliminarHola, hola, hola, hola, hola, los echaba de menos hasta el punto de volverme loca y era cierto y hola, por qué. Más, joder, más. Mierda, mierda porque decir Rembrandt alargando la R suena demasiado seductor. Porque que alguien le duela a Bremen suena más seductor aún y, y, y... Mierda.
ResponderEliminarTe he encontrado entre los relatos de la antología de 'La guerra del Fin del Mundo' y la verdad, es que me ha encantado como escribes así que decidí curiosear por aquí.
ResponderEliminarY es que, me acabas de convencer para que me quede con: 'como Johnny Depp con un nuevo guion de Tim Burton en las manos, como Aragorn con Andúril recién forjada en sus manos: cimbreante, victoriosa y desnuda'
Juntas a Jonny Depp, Tim Burton, Aragorn y Tolkien en una misma frase. No sé tú, pero yo ya.
Abrazo fuerte.