Oye, Rembrandt, ¿te acuerdas de qué está hecho el techo del
mundo? Sí, por supuesto, claro que te acuerdas, ¿cómo no hacerlo? El techo del
mundo está lleno de lágrimas y palabras tristes, ojalá… Ojalá no tuvieras que
sostenerlo nunca más.
Ojalá no tuviera que pesarte más.
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