12.9.10

Os voy a contar una pequeña historia, un solo instante detenido en el tiempo y revivido mil veces. Hasta el punto de no llegar a saber si es verdad o mentira. O tal vez un recuerdo largamente olvidado que posiblemente debería haberse quedado en el olvido del que había salido. Pero…

¿Alguien puede decirle a un recuerdo que se olvide, que simplemente desaparezca?


-Hola, Recuerdos. Quería pediros un favor. Podríais… ¿Olvidaros?

… Porque a quién sea capaz de hacerlo que me lo presenten, por favor, me gustaría hacerle algunas preguntas.

Pero mientras tanto, mientras buscáis algo que no vais a encontrar, os contaré la historia de la Chica de las Cerillas, la que fue fuego y se quedó en Chispa. La chica que lo tuvo todo en un momento, y lo perdió al siguiente.

Lo perdió todo, ¿sabéis? Y se reía.


Dime que en esas circunstancias no te hubieras lanzado a la locura.

Dímelo y miente.



Una habitación oscura. Una puerta cerrada. Y al final, pegada a la pared, una mano sosteniendo una cerilla encendida. Y detrás de la llama una chica

-¿Vas a volverte loca?

No era su conciencia que le hablaba, eso lo averiguó a la tercera cerilla, (¿o quizá era la cuarta?, no estaba muy segura) pero… Era algo mucho peor.

Era Algo, eso seguro. Su Locura, por ponerle un nombre que suene bonito y tenga algún significado. O tal vez todas sus Mentiras personificadas en aquel monstruo de rostro asquerosamente bello. Tampoco estaba muy segura de eso, y no sabía el momento exacto en el que ese detalle había dejado de importarle.

-¿No era eso lo que querías?

-Antes.

Eso era un cambio. Una mentira debía sonar convincente, una mentira debía sonar a Verdad. Y aquella palabra, ese “Antes”, había sonado a duda, a “Ya no estoy tan segura”.

-¿Y ahora?

-No lo sé. ¿Seguirás siendo igual de divertida cuando te vuelvas loca que cuando intentabas mantener la cordura?

Rió. Una risa que le raspó la garganta y le ahogó los pulmones, que le recordó que había perdido la práctica, que ya no se acordaba. Que sonó a cinismo y a cansancio. A humo y a lágrimas. A desolación y derrumbe.

-¿A eso se reduce todo? ¿Diversión?

Notó que se acercaba, con su cara de muñeca y sus ojos de cristal, con su vestido de carnaval y su máscara veneciana. Blanco y Negro.

-¿Acaso hay algo más? Estás aquí simplemente porque me diviertes. Eso al menos deberías recordarlo, pequeña.

Observó la llama y algo de su antiguo yo se derramó de sus labios resecos, explotando en el aire.

-Entonces seré pura diversión. Haré que rías hasta que no puedas respirar, hasta que se te salten las lágrimas, hasta que no puedas moverte ni hablar. Y entonces, mirándote a los ojos, te mataré.

-Oh, pero si me mataras. Si yo no estuviera aquí… recordarías. Y la pregunta es: ¿Ya estás preparada para recordar? ¿Para recordar lo que nunca existió? Tal vez recuerdes cosas terribles… Que incluso te hagan desear tu propia muerte.

Y detrás de la chica que se escondía tras la llama de la cerilla, no había nada. Absoluta y aterradoramente nada. Espeluznante, ¿verdad?

-Mentirosa.

-¿Quién de las dos es aquí la mentirosa? Sólo me has llamado porque quieres volverte loca, para no recordar. O mejor dicho, para no recordarle. ¡Es tan divertido!

<¿Pero sabes qué es lo más gracioso de todo?

No…

-Que por mucho que me odies, me necesitas. Porque sin mí…

Por favor.

…Es como si él nunca hubiera existido, ¿verdad?

Cállate!

Silencio. Pesado. Peligroso. Burlón. Interminable. Doloroso. Asfixiante. Aterrador.

Porque, casi siempre, el Silencio se marcha y vienen Palabras. Y las palabras son más peligrosas, más dolorosas, que la ausencia de ellas. Más Verdaderas, simplemente por el hecho de pronunciarlas. Desde el mismo momento en que escapan de tu boca y estallan en el aire, a la vista de todos.

-¿Quieres que me calle? ¿Segura? ¿Quieres que sea Nuestro Pequeño Secreto?

-Vete. Por favor. Ya no puedo más, ya no sé… qué más hacer. Desaparece. Déjame sola.

-Mmmm. Eso ha sonado a desesperación.-pareció pensárselo un momento.- Me gusta. Vuelve a hacerlo. Dime pequeña, ¿vas a rendirte?

La llama bailaba en su mano y la tenía hipnotizada, absorta. La derretía.

La pregunta resonó en sus oídos, en su sangre. En aquel momento olvidado antes de una huida frenética y el silencioso final de una tragedia. El sabor amargo y dulce de un beso nunca dado y que cala hasta los huesos. Las palabras perdidas de una despedida nunca realizada. El recuerdo de alguien que ya no volvería.

El recuerdo del día que lo perdió todo.

-Sí. Voy a rendirme y voy a volverme loca. Pero él… Existió. Reía, respiraba, andaba, hablaba, sentía… ¡Soñaba! Y me dejaba sin palabras, me sorprendía, a todas horas. Y eso es algo que nunca conseguirás robarme. Porque su nombre es mío. ¡Sólo mío! ¡Y se lo gritaré al viento si es necesario! ¡Porque existió! ¡Porque fue importante, porque nunca dejó de importarme! ¡Y porque lo quería más que a nada en este mundo! Y eso... no he podido inventármelo. ¡Porque ni yo misma tengo tanta imaginación!

Ajá! Entonces dime su nombre. Dime la Verdad.

Vamos, Chispa, suéltalo.

La chica se levantó a duras penas. Porque aquel nombre, su nombre, se merecía que lo gritaran, a pleno pulmón. Que encontrara su voz y que la alzara al viento, al mundo. Pero que gritara, con todas sus fuerzas. Porque su nombre siempre había pintado el cielo de colores.

Jeremy!

Y se apagó la cerilla.

5 comentarios:

  1. "Porque su nombre es mío."

    "Porque su nombre siempre había pintado el cielo de colores."

    PRE-CIO-SO

    Que la Locura nunca arrebate a nadie el recuerdo de los días felices que, aunque ahora nos hacen llorar, siempre formarán parte de uno mismo. No debemos huir del pasado, porque gracias a él somos lo que somos.

    Me ha gustado mucho tu relato =)

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  2. Muchas gracias *.*
    Si, tienes toda la razón, la Locura es un mal bicho que tiene la mala manía de meterse por todas las grietas y recovecos que ni siquiera sabíamos que teníamos...

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  3. "Lo perdió todo, ¿sabéis? Y se reía.
    Dime que en esas circunstancias no te hubieras lanzado a la locura.
    Dímelo y miente."

    Con ese párrafo he quedado totalmente enamorada de tus palabras. La Locura, que mala pecora está hecha, pero a veces es tan... agradable, a veces es mejor la Locura que la Cordura, solo cuando no está pensando en destruirte entera, arrebatarte los recuerdos y meterlos en una pistola, para dispararte, directos al corazón, los pulmones, la cabeza... bang.
    Me ha encantado el relato.
    Voy a seguir mirando el blog (:

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  4. Muchas gracias, Sunshine, y bienvenida, esto está abierto las 24h del día ;)

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  5. Los males han de salir ya sea riendo o llorando... no te voy a negar que reir es mejor te alarga la vida...pero llorar, te limpia los pulmones. Por tanto elige tu manera de salir adelante al fin i al cabo todo te garantiza seguir viviendo. Elige tu camino de lagrimas o de sonrrisas...pero no dejes que el no saberlo compartir con los que te quieren te conduzca directo al abismo entre realidad y locura.

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