A Delaware le habían robado las palabras a golpes, a
puñetazo limpio, a traición. Su padre, el ladrón, que iba a casa borracho y
después le pedía perdón llorando a mares repletos de tempestades muertas, llenas
de barcos a la deriva.
Y desde entonces hablaba con frases de películas y libros,
mientras sus palabras se escondían detrás de sus ojos, agazapadas, escondidas
detrás de miedos y escombros y ruinas de antiguos sueños, con sabor a lágrimas
y a frío que quema. Encerradas donde solo Harley podía asomarse de puntillas, in fraganti, y bullían,
llenas de rabia, de ira, brillantes, ensordecedoras en todo su silencio.
Preciosas.
-Maldita sea, Harley, ¿nunca te has preguntado por qué
aquella noche dejé que vinieras
conmigo?
-Porque estabas borracho.
Me encanta como escribes. "Mares repletos de tempestades muertas, llenas de barcos a la deriva". Me recuerda a algo que yo escribí hace poco. Y a Bécquer (un poquito, cuando se pone más exagerado :P)
ResponderEliminarPublica algo que lo compro.
Genial, M. Sigue así.
+1 al de arriba.
ResponderEliminarCada día que leo algo tuyo me gusta más y más y más tu forma de escribir. De esta entrada me quedo con el segundo párrafo.
Precioso.