17.11.13

Las rodillas le fallaron, los huesos se rendían, sus pulmones aullaban y su sangre lloraba mientras recorría silenciosamente el tortuoso camino que la separaba del suelo, donde ya empezaba a formarse un cálido charco que lo reflejaba todo menos a ella.

-No, porfavorporfavorporfavorporfavor, no…

Una sombra oscura se desgajó de la noche solo para susurrarle al oído un triste:

-Sí…

A su alrededor se amontonaban los últimos restos de su vida, las últimas ruinas de un imperio que seguía siendo hermoso, dolorosamente precioso. Saskia estaba a un mal recuerdo de romperse, o a un recuerdo a secas, y las sombras lo sabían y por eso jugueteaban entre su pelo, entre sus dientes, tironeando por aquí, deshilachando por allá, siempre donde más escocía.

-Podemos hacerte más daño, lo sabes.

-Nonononononono.

 -Oh, sí, podemos, no es difícil, solo necesitamos una palabra.

Porque siempre había bastado con una simple palabra.

-Angus.


Qué fácil fue siempre romperte el corazón, Saskia.

1 comentario:

  1. Majo, cielo. Tienes magia en los dedos y a mí, con eso de vivir en otro país, se me había ido de la cabeza.
    Estúpida yo.

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